Mi libro de instrucciones

No puedo verte,

Pero puedo recordarte.

Insoportable se vuelve perderte a veces,

Pero en mis sueños te arropo si entristeces.

Me angustia buscarte y no encontrarte,

Pero piso tus huellas por nuestras calles

Mientras mi beso te alcanza allí donde te halles.

Son la duda, el miedo, la soledad y los sueños

Mis malas amistades.

Y anhelo que vengan a mi encuentro

La esperanza y el olvido, como buenos amantes.

Puedo ayudarte,

Pero sólo en silencio.

Puedo permanecer a tu lado,

Pero sólo con el cristal de nuestro misterio de por medio.

Puedo recuperarme,

Pero sólo si cierro el manual de cómo esperarte...y esperarte.

Son la fe, la lucha, la alegría y el amor,

Aquellas que me animan con clamor.

Pero no dejan de ser también

La manta,  la silla de ruedas, las gafas y el marcapasos

Que me ayudarán a salir de ésta.

Del frío de lo que no se espera,

De la caída de una decepción,

De una idea que vimos verdadera,

De una etapa que no alcanzó su redención.

Cuando se sale del hospital del alma,

Dicen que es aconsejable sentarse en un banco,

Ante la puesta de sol,

Y abrir de nuevo el manual

Ojear sus páginas, buscar nuestro nombre.

Sólo así veremos

Que no nos equivocamos de persona,

Sino de instrucciones.

Siempre hay otra oportunidad,

En los zapatos, bajo la almohada,

En una canción o en la pared pintada.

Vacía bien tus bolsillos del peso de la nostalgia,

Y quédate solo con aquello que te da alas,

Para así sobrevolar las dificultades que te acompañan.