domingo, 2 de octubre de 2011

¿Idealistas o ingenuos?


¿Por qué alberga en nosotros ese fuego que nunca se consume, que nunca se rinde?
¿Por qué a veces seguimos luchando por cosas imposibles? ¿Por qué cuando decimos que sólo queremos intentarlo la mayoría de las veces cruzamos la línea? ¿Es que no es suficiente con intentarlo? ¿Es que es necesario tirarse de cabeza a los sitios? ¿No podemos quedarnos de vez en cuando al borde del trampolín, y tirarnos cuando recuperemos el aliento?
Creo que en esto sólo hay dos tipos de personas: las que nunca llegan ni siquiera a rozar aquello de anhelan, aquellas que no conocen ni el color ni el olor de sus sueños, porque nunca se han atrevido, y desde el principio cerraron esa puerta con el candado del olvido; y después están aquellos inocentes, ingenuos, obstinados, e incluso ridículos a veces para esta sociedad que prefiere el gris antes de tener que elegir entre el blanco o el negro. Estas personas no sólo se permiten el lujo de esperar algo más de la vida o de los demás, sino que tienen la osadía de poner sus manos, sus sentimientos, su voluntad, y lo que sea que llevemos dentro al servicio de un sueño, a merced de algo que en ese momento sólo puede imaginarse, algo que ni se palpa ni se sabe si es posible… ¿Por qué es así el ser humano? ¿Cómo ha podido sobrevivir un ser vivo que es capaz de poner todas sus energías en “meras” ilusiones aunque eso signifique poner en peligro su integridad física y mental? ¿Aunque ese esfuerzo le distraiga de las “verdaderas” preocupaciones?
Quizás no nos hemos dado cuenta todavía de que el mundo es tal como lo conocemos porque el ser humano siempre fue utópico, porque el hombre siempre creyó en el hombre, y no en buenos y malos, no en acumular cosas, no en asegurarse un futuro estable por encima de las necesidades de los demás…Incluso puede pasar que centrara todas sus energías en imaginar una vida mejor, en soñar para sobrevivir, y por eso aún no somos primates, porque algunos de los nuestros un día decidió que no quería pasarse la vida a cuatro patas, y se esforzó por incorporarse…o quizás por eso descubrimos el fuego, porque hubo alguien que no se rindió cuando vio algo de humo o calor entre ramas, y aunque no era lo más importante, le valía la pena intentarlo aun haciéndose daño en las manos…
Quizás hemos olvidado parte de lo que somos, y por eso ya nos es tan difícil lograr esos cambios que tanto anhelamos, o afrontar el día a día a veces se hace insoportable, o cuando nos hacemos abuelos estamos tan apagados por dentro que nos deprimimos.
No sé mucho de historia, pero quizás en algún museo arqueológico se encuentre expuesto ese algo que movía por dentro a nuestros antepasados, y que parece que nosotros ya no tenemos… ¿O es que quizás lo estamos ignorando?
Busquémoslo

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