domingo, 29 de diciembre de 2013

Padres e hijos

“… No era lo que hacíamos ni dónde desembarcáramos. La vida con papá siempre fue confusa en cuanto a espacios y actividades, pero nunca esto condicionó la relación que existía entre nosotros dos. La vida corría demasiado deprisa como para pararse a dialogar, y por tanto, no eran pocas las discusiones que en el barco o en la plaza se sucedían.
Papá y yo éramos muy diferentes. Nuestra visión de la vida distaba cielos y estrellas, pero nunca eso fue un impedimento para que formáramos un buen equipo. Su ambición, y su afán por la perfección o el renombre chocaban con mi pasión por los detalles, el trato con la gente o el amor por los sueños. Pero soñar era pecado para papá. Para él, todo aquello que nos alejara de tener los pies en el suelo y nos elevara, no suponía más que una amenaza para caer y darse bien fuerte en la cabeza. Y es ahí, Kevin-decía de forma enérgica mientras me tocaba con su dedo índice la frente- en esa cabezota que tienes, donde deben habitar las ideas, y no los sueños. Y si te la rompes, ya no querrás soñar más. Ni pensar. Cuídate bien de tus sueños, porque están hechos de tequila y sal.

[…] Durante esos años, papá nunca descansó. Y acompañarle tampoco me permitió descansar a mí. Ni soñar. Pero no me importaba, porque él contaba conmigo, y como adulto me trataba. Incluso cuando no me comprendía, me amaba. Incluso cuando no me soportaba, sonreía. Y yo, con eso, me conformaba.”

2 comentarios:

  1. ¿De dónde ha salido este bello fragmento?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es de una servidora, hago como extractos de narraciones más grandes que aún no he escrito. Como si tuvieras una idea en la cabeza y sacaras sólo un trocito.
      Me encanta que te guste! :D

      Eliminar